¡Buenas noches! ¿Qué tal ha sido tu lunes? Yo me encuentro recién duchada después de haberme pegado una buena sesión de entreno, con la cena en la tripa, el pijama puesto y las piernas en alto. Estoy escribiendo con una barra de incienso encendida y un poco de música de fondo, dispuesta a acabar con el día en cuanto acabe el post de hoy.
Ha sido un lunes de prisas, carreras y cosas por entregar. Pero siéndote sincera, que reconfortante me parece terminar la jornada con los deberes hechos, el pelo mojado y esta sensación híbrida de cansancio y paz tan gratificante…
Esta semana pasada volvió a ser de “entrenos intuitivos” sin series pautadas, y oye, qué quieres que te diga, ¡me encanta! Siempre he sido de llevar un control exhaustivo de lo qué comía y de cómo entrenaba, pero cada vez me doy más cuenta de lo libre que me hace no depender de tablas cerradas a cumplir de manera obligada.
Ahora hago rutinas en base a como me encuentre ese día, trabajando las zonas del cuerpo que mejor me hagan sentir en función de las sensaciones que vaya teniendo. Lo que viene siendo un entreno “sobre la marcha”. Me he dado cuenta que miro menos veces el reloj y que el tiempo pasa mucho más rápido. Cada día estoy más segura que no hay nada en el mundo como fluir… Así que tranquila si un día no te apetece levantar pesas y prefieres hacer un circuito funcional, una clase de karate o cualquier cosa diferente ¡todo vale si te hace feliz!
Mi desayuno de hoy, como todos los lunes, se ha basado en sobras de la cena de ayer. Cada domingo me aseguro de dejar comida de más para empezar el lunes de manera más fácil y sin calentarme mucho la cabeza (sí, los lunes me cuesta horrores arrancar…).
Un poco de kale/col rizada rehogada con cilantro, jengibre y cebolla dulce, chocos a la plancha con un chorro de aceite de oliva virgen y unos brotes de alfalfa. Acompañé el plato con un té verde con unas rodajas de limón y unos cubitos de hielo.
La mañana fue más movida de lo esperado, así que estaba deseando llegar a casa para comer algo rápido y descansar un rato. Tiré de mi básico favorito, boniato relleno de carne de ternera de pasto, un puñado de canónigos y un buen bowl de espinacas con cebolla morada.
Para la cena he dejado preparada una buena fuente de pechugas de pollo y verduras horneadas. Suelo ir variando las verduras y haciendo combos de todos los colores y sabores. Hoy tocó una de mis mezclas favoritas: brócoli, coles de Bruselas, calabaza, cebolla, puerro y zanahoria.
Buena pinta ¿verdad? No me ha dado por pesar la cantidad de verduras que como en un día, pero me sienta genial y estoy enamorada hasta las trancas de comer tanto color cada día. A estas alturas ya sabrás que me encuentro inmersa en pleno protocolo autoinmune, así que tranquila, si te has animado a hacerlo, éste menú es totalmente válido.
Y ahora sí, hora de apagar tecnologías, desconectar la máquina, hacer unas vueltas de pranayama antes de dormir y soñar mucho y bonito. Shhh… Feliz fase REM ;)
María